miércoles, 28 de octubre de 2009

Aunque siempre he vivido en Asturias, llevo ya unos años instalado en Madrid y he podido observar la situación de la mayoría de los gitanos que viven aquí. En mi barrio veo a muchos jóvenes gitanos que están todo el día en la calle. Nadie hace nada por ellos. Los dejan a su aire, sin darles apoyo ni consejo.

Yo he creído en el movimiento asociacionista gitano y he participado en él (incluso fundando una asociación en Asturias), hasta que me vi obligado a abandonarlo para dedicarme por entero a arreglar casos de nuestro mundo interno como “hombre de respeto”.

Hoy estoy profundamente decepcionado con el movimiento asociacionista. ¿Por qué no hay ninguna asociación que se haga cargo de estos chavales que veo por las calles de mi barrio? ¿A dónde van los fondos que el Estado concede a las asociaciones? ¿Por qué no se dedican a buscar trabajo a esta juventud, a formarlos para que puedan buscar un empleo?

¿Y dónde están los líderes del movimiento asociacionista? ¿Por qué no aparecen por los barrios? ¿Qué hacen las asociaciones gitanas a parte de dar corte y confección y apoyo escolar? Un apoyo escolar que ya da el Estado con gente preparada, no como mucha de la que está en las asociaciones, que no tiene ni el graduado escolar. Un apoyo escolar que dura hasta que el chaval lo deja, porque sus padres (que tampoco están preparados ni hay nadie que los prepare) los llevan al mercado a ganarse una peseta o a que les ayuden con la chatarra, a lo que puedan... porque hay que buscarse la vida.

¿Adónde va el dinero que se reparte entre las asociaciones? ¿Qué ocurre aquí? A veces pienso que debe de ser que no les interesa que la gente progrese. Otras veces que será que el Estado no da suficientes subvenciones. Porque ¿dónde están las asociaciones cuando hace falta ir a hablar a un ayuntamiento o con un político para que no derriben unas chabolas? ¿Cuando hay que defender y apoyar a los chatarreros, fruteros y vendedores ambulantes? Al gitano se le están poco a poco cerrando las puertas de estas ocupaciones con las que ha ido ganándose la vida: ¿cuántos de ellos pueden pagar los autónomos o competir contra los chinos en los mercadillos? ¿Y cuántas asociaciones hay que dediquen recursos a reciclar a esta gente para que puedan entrar en otros sectores del mercado laboral? Si no se pone remedio a esto con educación y trabajo, ¿qué va a ser del gitano?

Sí se hacen cosas, no lo niego, pero tan pocas en comparación con todo lo que se podía hacer. Y es que si no dedicamos los recursos a lo básico: a resolver verdaderamente cuestiones como el trabajo y la educación del gitano (el niño y el adulto), estamos condenándole a que nunca salga de la situación a la que se ha visto abocado durante siglos de persecución y marginalidad.

Hablaré en una próxima entrada de cómo la influencia que teníamos los gitanos de respeto en nuestra comunidad ha pasado en gran parte a los pastores evangelistas y responsables del culto evangélico. Desgraciadamente, hay en esta organización muchas personas sin preparación que tampoco hacen nada por el pueblo. Soy profundamente religioso, y yo mismo ayudé en Asturias a que se establecieran los evangelistas, pero cuando soy testigo de que no ayudan al pueblo y de que lo perjudican, tengo que poner el grito en el cielo.